Faltaba una semana para el día de Reyes, solemos ir a casa de los abuelos a comer y recogemos los regalos que han dejado allí en la chimenea durante la noche. Le expliqué a Alba que su prima no podría ir este año, así que, le cogeríamos nosotros el regalo y se lo llevaríamos a su casa por la tarde.
A los dos días Alba me dijo que qué rollo! Que no quería ir a casa de Marta el día que venían los Reyes Magos, me extraño mucho porque a Alba le encanta estar con su prima.
Al día siguiente Alba dijo que el regalo de Marta no cabría en el coche, que no se lo podríamos llevar y me lo repitió varias veces algo enfadada y contrariada. Intuí que le preocupaba que el regalo de Marta fuera más grande o bonito que el suyo. Le pregunté abiertamente si le preocupaba que el regalo de Marta fuera mejor y me dijo…Nooooooo!!!! Qué vaaaaaaa!!!! Di marcha atrás, le estaba costando expresar sus celos, cogí una manta plegada que estaba al lado de Alba y con voz grave y exagerada fingí ser el regalo de Marta y dije…Soy el regalo de Marta y soy tan grande que no quepo en el coche!!! Ja, Ja, Ja!!! Y achuche a Alba con la manta.
Otra vez mamá, otra vez!!!! Me dijo Alba divertida desde debajo de la manta y lo repetí varias veces, las dos nos reímos a carcajadas. Y Alba empezó a decir entre achuchón y achuchón que qué habría dentro del regalo, que si habría 100 Barbies, o la casa de Silvanian…
Fue expresando su preocupación de que el regalo de su prima le gustara más que el suyo, sin sentirse juzgada. Me sentí muy cerca de ella.
Después de este juego hasta el día de Reyes no volvió a decir nada sobre el regalo de su prima, y el día en cuestión recogió ella misma el regalo, lo metió en el coche y se lo llevamos a su casa.
De esta forma pude comprobar lo importante que es escucharles sin juzgar, solo aceptar aquello que nos cuentan, y además que podemos facilitarles la expresión de estas emociones difíciles a través de un sencillo juego, es sanador para ellos, Alba pudo bajar su ansiedad y enfrentarse a esta situación.